El Parque Centenario no sólo es un buen lugar para tomar sol, hacer un picnic o sacar a pasear al perro. Los adictos al skate también tienen su rincón exclusivo para ellos, en donde pueden deslizarse sobre sus tablas subiendo y bajando por las rampas de cemento. Es sábado a la tarde de un hermoso día de primavera, y bajo un cielo sin nubes, hay una pista copada por skaters de distintas edades que sin temor alguno realizan osadas piruetas sobre sus tablas.
Nicolás (pide no dar su apellido) tiene veinticuatro años y, mientras el sol broncea su cuerpo, afirma que la pista del parque es una buena opción para practicar ya que es pública, en contraposición con el Backside Skate Park, que es privado y tiene un costo de seis pesos. Al igual que la mayoría de los que practican skate en Buenos Aires, Nicolás se lo toma como un hobby: “Soy de Mar del Plata y allá siempre hice surf, me vine a Capital para estudiar y como acá no hay mar empecé a hacer skate”. Luego advierte: “Te tiene que gustar, porque algún golpe siempre te vas a dar”.
Mientras los jóvenes continúan subiendo rampas y saltando con su skate casi pegado al cuerpo, un pequeño de apenas nueve años, pero con un asombroso dominio de su tabla, se acerca con curiosidad. Su nombre es Maximiliano Rubén Martínez y nos cuenta que empezó a los seis años: “mi papá me compró la tabla usada y vengo con él algunos sábados y algunos domingos y me quedo entre tres y cuatro horas”. Su padre, Pablo, orgulloso de su hijo afirma: “Yo practicaba de chico, después dejé y hace un año retomé y le enseñé. La verdad que se maneja muy bien, no le tiene miedo a las pruebas, de hecho anda en una rampa de backside de dos metros. Si tuviésemos más tiempo para venir mejoraría más” y luego se sube a su tabla para lanzarse en la pista.
Esa es la filosofía que reina en esta pista: pasar un buen rato, hacer alguna prueba intrépida y divertirse sanamente sin ningún tipo de competencia o rivalidad. Pero ¿cuánto cuesta poder pasar ese buen rato? Nicolás explica que el valor de una tabla va desde los ochenta a los quinientos pesos. Por su parte, Daniel, de dieciséis años, afirma: “La tabla me costó trescientos pesos, pero no importa porque vengo todos los días y en un par de años me gustaría participar en algún torneo”. El último en acercarse es Nimai Blanco, de diecinueve años, quien también cuenta su historia: “la tabla me costó entre sesenta y setenta pesos y después tuve que comprar algunos accesorios, por lo que terminé pagando cien pesos, pero si querés comprar una tabla toda nueva te puede salir cien dólares”.
Gabriel Sabino / gnsabino@hotmail.com
jueves, 23 de octubre de 2008
Cuarta Entrega - Skate - Skaters en Parque Centenario
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario